Hasta antes de la emergencia sanitaria, en el sistema cooperativo, el uso de los medios de pago y la revolución de la información se manejaba, en muchos de los casos, como un paradigma que en el tiempo se debía acoger y practicar, se hacía prevalecer una visión de atención personalizada en agencias, especialmente aquellos socios de las generaciones de edades superiores a los 45 años, que entendían a los medios como un elemento disociador y causantes de ruptura de la comunicación entre las personas; sin embargo, la pandemia genera un profundo cambio cultural y de comportamiento, se reduce la gestión de ahorro, compra, pagos y créditos a la realización desde los hogares, por ser reducida la movilidad y el traslado.
Las necesidades transaccionales siguen vigentes y hacen posible una revolución cultural y la aceptación de los medios para la educación (a distancia), el trabajo (teletrabajo) y la intermediación financiera en la que se consolida la irrupción de los medios de pago: tarjetas de débito y crédito, dinero electrónico, transferencias electrónicas, cajeros inteligentes, corresponsales no financieros, sistemas de prospección y verificación en línea, reacomodos de las operaciones con aplicación de firma electrónica atado a la norma precaria de comercio electrónico; y finalmente obliga a la implementación de botones de pago.
Cumplida la primera fase de la pandemia de aislamiento y luego a la de distanciamiento, que no terminará hasta cuando se provea a la humanidad de una cura real, estamos obligados a invertir en medios electrónicos y transaccionales como estrategia general. Esto debe llevarnos a consolidarla en un solo elemento físico, el cual puede ser el teléfono, Tablet o laptop; llevando el mejor servicio a la palma de la mano de los socios y cuidar a la persona con educación financiera. Se debe contener el uso de los medios apoyando el quédate en casa y gestionando el acercamiento intergeneracional cuando el niño o el joven sea el profesor del adulto.