De plantar árboles, como hacíamos por los años 90 del siglo pasado, a sentirnos partícipes del ecosistema de vida andina hay un cambio en entendernos como agentes de desarrollo. Plantar árboles era una tarea más vinculada a la producción que a la búsqueda de reparaciones ecológicas.
Treinta y cinco años después la Fundación Casa Campesina sigue con programas de forestación que son animados por el respeto al medio y no por la ocupación de terrenos no aptos para la agricultura. Es evidente que la identificación de la comunidad con su entorno determina el modelo de recuperación de quebradas al mismo tiempo que incursiona en proyectos de pequeños viveros que reproducen plantas nativas sin valor comercial, pero de acogida en las comunidades por su vinculación a la defensa del entorno y a la recuperación de prácticas de salud.
Nuevas leyes protegen páramos y pequeñas cuencas hidrográficas. Muchas directivas comunitarias proponen proyectos de franjas vivas para marcar los terrenos de páramos que, por su altura, están dentro de las reservas naturales. Es una innovación que se realiza incorporando los buenos resultados de procesos anteriores de forestación y de estudios de la Carrera de Agropecuaria de la Universidad Politécnica Salesiana que funciona en Cayambe.
Seguimos manteniendo el apoyo técnico para la gestión de los bosques comunitarios que se iniciaron en el pasado; algunos ya han tenido una primera tala y la correspondiente siembra. Aun siendo estos bosques formados con especies forestales exógenas sin embargo, se han convertido en espacios utilizados por la fauna silvestre de la zona y son hogar de varias familias de aves.
Ha crecido la conciencia ecológica de la población. Cada día aparecen nuevos invernaderos de flores o de hortalizas, pero paralelamente se busca como defender las fuentes hídricas, la flora y fauna del territorio. También se amplía el uso de fertilizantes orgánicos resultantes del reciclado de desechos de cosechas.
En las parcelas de producción agroecológica, uno de los componentes importantes son los sistemas agroforestales, los mismos que forman parte de la estructura y ordenamiento de las chacras, ayudando al mejoramiento de los suelos, la producción de los cultivos, la biodiversidad de flora y fauna, generan materia orgánica.
Conscientes de los beneficios, los productores han aprendido a generar sus propias plantas para multiplicarlas en sus parcelas, esto ha aportado en la conservación y recuperación del medio ambiente.
La forestación como actividad vinculada a la parcela campesina, es una actividad que en muchas comunidades ya está incorporada a las actividades normales. Hace 4 años no había nada, la separación de parcelas estaba dada por el cultivo, este seto protege los cultivos y marca el camino.
Los huertos agroecológicos van aumentando en número y las familias incorporan las hortalizas a su dieta diaria. Además, las madres de familia que mantienen sus huertos acuden a la feria de la Organización Intercomunal para vender hortalizas. Esta feria se caracteriza por la calidad de sus productos y la identificación de su lugar de cultivo y de la familia que los ha cultivado, esto da a los usuarios la certeza de que el producto es agroecológico.
La comunidad de Caucho Alto siembra árboles para proteger sus fuentes hídricas. Con esta forestación recuperan el matorral nativo y se crea un micro sistema que favorece el regreso de animales y pájaros.